Monte Dinero, en el confín del continente, Cabo Vírgenes

Marzo 2023

En el extenso viaje terrestre que hicimos por la Patagonia argentina en marzo de 2023 nos habíamos fijado la meta de llegar hasta el inicio de la Ruta 40 en Cabo Vírgenes y permanecer en la estancia Monte Dinero, que además de estar en plena producción ovina, está habilitada para turismo, un lugar que los viajeros curiosos no pueden dejar de conocer por la cantidad y diversidad de los atractivos que tiene..

Si bien está está sólo a una distancia de unos 120 km desde Río Gallegos, más hacia el sur, el camino de ripio es regular y requiere un par de horas para llegar. Esta dificultad se ve ampliamente compensada por la belleza de la estepa y también por la novedad de algunas instalaciones petroleras, dado que es una zona rica en la extracción de este elemento y que además requiere determinadas operaciones para transportarlo.

Las instalaciones petroleras conviven con la fauna autóctona

Durante el camino también pasamos por la estancia Cóndor, una de las más importantes de la Patagonia, y recuerdo muy bien a su administrador, el Sr. John Blake, con el cual tuvimos bastante trato cuando diseñamos e implementamos el proyecto de Carne Ovina Patagónica. Cóndor es una de esas viejas estancias que pertenecieron en el pasado a capitales ingleses y cuyo orden, pulcritud y organización, que aún perduran, son un ejemplo de administración.

Estancia Cóndor

Llegamos a Monte Dinero a media tarde y nos recibió Caroline Fenton, con una visita que no sólo programamos como clientes de la estancia, que brinda un alojamiento de lujo, sino que una amiga en común, nos hizo el contacto para que pudiéramos no sólo visitar la estancia, sino profundizar en las tareas cotidianas. Especialmente nos interesaba el tema de la crianza de perros entrenados para evitar el daño que producen los pumas, sobre lo que volveré más adelante.

La casa principal de Monte Dinero

La casa, que es la original de la familia, tiene más de 100 años de antigüedad, fue traída de Inglaterra y está asentada en una especie de valle. Tiene todas las comodidades de un hotel boutique, con detalles muy personales, como las pinturas de los marcos de las puertas, hechas por la pobladora original hace más de un siglo y magníficamente conservadas.

La decoración de Monte Dinero es de exquisito buen gusto

Había otros dos huéspedes en la estancia, una compañera de colegio de Caroline con su hijo, estudiante universitario, también dos personas encantadoras con las que congeniamos inmediatamente y Caroline nos ofreció llevarnos a recorrer la pingüinera, distante 15 km, que cuenta con 120.000 parejas según el último censo realizado, siendo la segunda mas grande del América del Sur. Si bien está dentro del establecimiento, fue nombrada como un centro de conservación por el gobierno provincial, a pesar de que no se hicieron casi ningún tipo de mejoras y las que se hicieron están totalmente deterioradas.

Tuvimos la oportunidad de ver el incesante trabajo que realizan los pingüinos para ir hasta el mar en búsqueda de alimento para sus crías y también ver los grupos que se zambullen al mismo tiempo, como una estrategia de defensa ante predadores. Con la explicación dada nos resultó fácil distinguir por el plumaje los adultos de los grupos de ejemplares juveniles, que todavía no bajan al mar, sino que esperan a sus progenitores para alimentarse.

Lamentablemente se veían muchos pingüinos muertos, porque son fácil presa de diversos predadores, principalmente el zorro colorado. En otras regiones de la Patagonia, los pumas aparentemente han cambiado su hábito alimentario y muchas veces atacan a los indefensos pingüinos, presa mucho más fácil que los huidizos guanacos.

Luego de una larga caminata entre los pingüinos a ambos lados de los caminitos, nos dirigimos al confín del continente en Cabo Vírgenes, que recibió ese nombre de Hernando de Magallanes porque paso por allí el día que se celebra la muerte de Santa Úrsula con miles de vírgenes. Luego de atravesar unas barracas abandonadas y muy deterioradas que en algún momento alojaron a centenares de personas vinculadas con la actividad petrolera, y que luego las empresas se niegan a demoler y dejar el entorno con su paisaje natural, como es su obligación.

Históricamente, en general, en otros campos nos han manifestado que la convivencia de las empresas petroleras con los propietarios de las estancias es difícil, porque a veces no cumplen las obligaciones determinadas por las leyes vigentes, lo que da lugar a permanentes negociaciones o juicios, para que respondan con lo establecido.

Las barracas de la actividad petrolera

Volviendo al Cabo Vírgenes, que está ubicado dentro de la estancia pero es de acceso público, llegamos hasta el mismo, donde el límite con Chile es muy estrecho, porque toda la margen norte del Estrecho de Magallanes corresponde a Chile, excepto el cabo, que es el encuentro del Océano Atlántico con el Estrecho. En ese lugar el viento es tremendamente fuerte, pero como premio a haber llegado hasta allí, tuvimos unas magníficas vistas del Estrecho y del Océano, que por estar en este lugar tan alejado, nos parecieron aún más bonitas. Un solitario motorhome era la única presencia humana en el lugar.

El punto marcado por el Google Maps donde estuvimos

Estuvimos junto al alambrado, totalmente desvencijado, que señala el límite con Chile y sacamos algunas fotos del Hito II – IV, punto demarcatorio entre los dos países.

En el límite con Chile en el confín de la América Continental

De allí nos dirigimos al lugar donde está al comienzo de la Ruta 40, junto con una Estación de la Armada, un museo y un hermoso bar que se llama “Al fin y al cabo”, que la estancia construyó para dar un servicio a los viajeros que se aventuran hasta ese lugar, principalmente motociclistas que cumplen el sueño de recorrer la Ruta 40 en toda su extensión.

Al fin y al cabo, el bar mas austral del continente

Comimos una deliciosa torta y un chocolate y nos sorprendió que la joven que atiende el bar vive allí sola y está muy contenta a pesar de nuestra sensación de extrema soledad. Está sólo comunicada por radio con la estancia, para cualquier cosa que necesite.

Aunque parezca mentira, nos dijeron que desde hace unos años, alguien vinculado con el gobierno provincial promociona como el KM 0 de la Ruta 40 otro lugar, que no tiene nada que ver y que confunde a los turistas. Sin embargo éste es el verdadero lugar de origen de la mítica ruta.

El inicio de la Ruta 40

Por supuesto que nos sacamos fotos en el cartel, totalmente lleno de pegatinas de viajeros que dejaron su testimonio de paso por el lugar y no pudimos dejar de recordar que 4 meses antes, nos sacamos una foto idéntica en el cartel de la finalización de la Ruta 40 en La Quiaca.

Con 4 meses de diferencia visitamos los dos extremos de la Ruta 40, que a pesar de haberla transitado muchos tramos, nunca la he realizado en su totalidad. Algún día será!!

Bastante cansados por el largo día, ya que habíamos partido por la mañana desde Puerto Santa Cruz, regresamos a la estancia, justo a tiempo para descansar un rato en uno de los salones, antes de la rica cena.

Cenando con luz de día

Al otro día, nos levantamos temprano para aprovechar el día y luego del desayuno, salimos al campo.

El paisaje patagónico a traves de los ventanales del comedor

Nuestro primer destino de esa mañana fue llegar hasta una playa desierta, desde donde, para nosotros que venimos de un medio urbano, se puede admirar la inmensidad del Océano Atlántico, los acantilados que resumen miles de años de la formación del paisaje y además sentir la soledad y la pequeñez del ser humano en esas latitudes con paisajes que no tienen fin. Disfrutamos muchísimo de caminar por esa playa solamente con el sonido del viento como acompañante.

Habíamos visto una casucha de lata sobre el acantilado y Caroline nos explicó que eran de buscadores de oro, que hasta hace algunas décadas aparecían por el lugar. Recordé los pasajes del libro de Lucas Bridges, que hacía referencia a quienes llegaron en busca de fortuna a Tierra del Fuego en la segunda mitad del siglo XIX.

Automáticamente recordé la visita al Gold Rush Cemetery en Skagway, Alaska, un pueblo que se creó a partir de los buscadores de oro que venían de distintos lugares del mundo. En una de las caminatas que hice tratando de entender lo que habían sentido aquellos hombres, me tropecé con este cementerio donde iban a reposar finalmente. Me quedé leyendo las lápidas con la edad de cada uno a la hora de la muerte y algunas inscripciones, incluso algunas graciosas, como una roca pintada de dorado que decía que era la pepita mas grande del mundo. Estos hombres, que la codicia los llevaba a tierras lejanas para la búsqueda del metal, en la mayoría de los casos terminaban su vida precoz y pobremente diezmados por las enfermedades o asesinados por otros buscadores.

El Gold Rush Cemetry en Skagway, Alaska

Volviendo a la playa de Monte Dinero, no dudé en subir al acantilado para ver la casucha donde habían vivido esas personas anónimas para nosotros, intuyendo que sería una experiencia única.

La casa de chapas se encontraba parcialmente destruida por el viento, pero era evidente que nunca había sido ni siquiera una construcción humilde, sino solo un refugio para las inclemencias del tiempo. Un elástico de metal de alguna cama precaria, una mesa, un estufa tipo salamandra, rota con una chimenea, lonas para tapar los agujeros de las chapas  y los equipos para zarandear la arena y encontrar de manera fortuita las pepitas de oro.

El refugio de los buscadores de oro

Traté de ponerles rostro a esas personas y me los imaginé barbudos, fuertes, sucios, sin familia ni afectos y también su cara de alegría cuando encontraran alguna pepita y también la decepción cuando después de varios días de pasar esas penurias no hallaban nada valioso. Tal vez tuve demasiada imaginación, pero no podía dejar de pensar en esa casa sin su gente y como decía Ortega y Gasset, y sus circunstancias.

El tiempo iba pasando y nos quedaba mucho por recorrer en la estancia antes del almuerzo y la partida, así que de allí fuimos a ver uno de los temas que más nos interesaban que era la cría de los perros de raza Maremma, que parece que son casi la única opción de manejo razonable para evitar la depredación que realizan la cantidad creciente de pumas sobre los rebaños ovinos. Los Maremma son una raza de mastín italiano, que desde hace siglos protegen a las ovejas de los lobos.

Estos perros criados en Chile y que tienen un valor altísimo, son muy particulares, porque a diferencia de los perros de trabajo, que realizan un excelente trabajo con los rebaños, prácticamente no tienen trato con el ser humano, sino que están junto a las ovejas y se consideran, según se dice, una oveja más y como son muy territoriales, ahuyentan a los pumas aparentemente con mucha efectividad. En los lotes donde están con las ovejas se les ponen comederos especiales con alimento igual que el que se usa para las mascotas urbanas.

Cuando llegamos al lugar, se nos acercó uno de ellos, pero a una distancia prudencial, que nos permitió sacarle alguna foto y Caroline nos contó que sin ser agresivos tienen una muy fuerte personalidad y que son muy efectivos en su tarea.

Pastor de raza Maremma, protector de las ovejas ante los pumas

De regreso a la estancia en la recorrida se nos acercó una muy numerosa tropilla de caballos, muy bonitos, la mayoría seguramente potros, que curiosos con nuestra presencia galopaban a nuestro alrededor y parecían felices de que estuviéramos rompiendo la monotonía de los campos.

La tropilla de caballos criollos

Nos explicaron que el problema el sobrepastoreo por el crecimiento exponencial de los guanacos, no es grave en Monte Dinero, donde casi no hay guanacos, pero sí en la vecina Estancia Cóndor donde en uno de sus lotes hay una gran cantidad de guanacos.

Como última etapa visitamos las instalaciones de la estancia, donde además de varias viviendas para la familia y el personal, nos interesaba principalmente el galpón de esquila,

Algunas de las viviendas del casco de Monte Dinero

que es la base de la actividad ovina y que está en unas condiciones de mantenimiento óptimas con una cocina y una comodidad para el personal que es envidiable.

El galpón de esquila y los corrales

Los carteles del Prolana, proyecto que creamos con mi equipo de trabajo en la Secretaría de Agricultura en 1991 para valorizar la producción ovina a través de mejorar la calidad, mediante las técnicas de esquila, los análisis de finura y la capacitación de productores y esquiladores. Después de más de 30 años el Prolana ha crecido mucho y no sólo sigue vigente, sino que debe ser una de las pocas actividades públicas que es valorada por los productores. Del mismo modo para mí también lo considero que ha sido uno de los logros de mi gestión pública

El Prolana, una de las satisfacciones en la profesión

Ya bastante tarde con respecto al programa original, almorzamos muy bien y luego de despedirnos de Caroline y de su amiga, como si nos hubiéramos conocido toda la vida y continuamos el largo viaje hacia Gobernador Gregores.

La reflexión final es de profundo respeto hacia quienes en ese lugar tan desolado, a la vez tan hermoso, siguen produciendo esforzadamente, respetando lo construido por sus mayores, dando trabajo a la gente y abriendo las puertas de su casa para que otros podamos disfrutar su forma de vida. 

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